jueves, 4 de octubre de 2007

¿Que hacemos con lo que hacemos?

Cuando un fenómeno surge en la sociedad, aquello que entendemos como lo sorprendente, extraordinario, o simplemente lo nuevo, genera no solo expectativas sino también distintas miradas con sus respectivas criticas positivas y negativas. Ello es lo que sucedió cuando nace el fenómeno de la Internet y más aún cuando se hace conocer. Se vio como un cambio revolucionario en el manejo de la comunicación, se habló de ella como el camino hacia nuevas posibilidades en el desarrollo de nuevas relaciones sociales, de un mayor acceso a la información, de la optimización del tiempo de trabajo en la transmisión de datos entre empresas y dentro de una empresa a través de una conexión en red, etc., y a su vez fue vista como algo que genera exclusión en términos de acceso, de supresión de las relaciones sociales tradicionales, de limitación en la comunicación interpersonal cara a cara, de invasión en la privacidad entendida como un control en la vida íntima de las personas, lo que sería como una especie del ojo de “El Gran Hermano”. Sin embargo, lo interesante sería cuestionarnos acerca de los usos, esto es, la lógica de ¿Qué hacemos con lo que hacemos? ¿Que hacemos con lo que tenemos? ¿Qué hacemos con lo que nos llega?, y en este sentido, si nos paráramos fuera del “globo” para observar lo que sucede, quizás nos daríamos cuenta que no en todos lados codificamos y decodificamos lo que nos llega del exterior, en donde este fenómeno puede ser entendido como instrumento de apropiación para distintos fines, sean sociales, económicos, políticos, propagandísticos, culturales, afectivos, de unidad entre quines comparten valores, principios, objetivos, etc.
Esta cuestión de los usos estaría directamente relacionada con lo que Manuel Castells, profesor de la Universitat Oberta de Catalunya, plantea acerca de la divisoria social, en donde la conectividad como elemento de ésta estaría disminuyendo rápidamente, con lo cual agrega: “(…) lo que sí se observa en aquellas personas, sobre todo estudiantes, niños, que están conectadas, es que aparece un segundo elemento de división social mucho más importante que la conectividad técnica, y es la capacidad educativa y cultural de utilizar Internet”. De esta forma, los usos de Internet y la manera de decodificar lo que ella nos ofrece se encuentra íntimamente relacionada con lo educativo y lo cultural, con las intenciones y necesidades, con el tiempo disponible y la posibilidad de acceso, etc. Ahora bien, al preguntarnos nuevamente ¿Qué hay de positivo y de negativo en el fenómeno de Internet?, la respuesta tendríamos que buscarla en cuestionarnos ¿Qué hacemos con lo que hacemos?.

Etcheverry Paula

1 comentario:

Natalia Mollenhauer dijo...

Me parece muy interesante tu planteo. Si leiste los comentarios hechos a otros artículos te habrás dado cuenta de que la mayoria está de acuerdo en que los efectos de la tecnología aplicada (que resulta en aparatos y demás) están determinados por el uso que se les da.
Me parece que los 3 artículos que publicaste exponen mas o menos la misma idea.